Niños pequeños están más expuestos a riesgos climáticos, dice estudio

Los niños brasileños nacidos en 2020 enfrentarán, en promedio, 6,8 veces más olas de calor y 2,8 veces más inundaciones y pérdidas de cosechas a lo largo de su vida en comparaicón con los nacidos en 1960. Estos datos se encuentran en el informe "La Primera Infancia en el Centro de la Crisis Climática", publicado este jueves (5) por el Centro de Ciencia para la Infancia.
El estudio se basa en información del Observatorio de Clima y Salud de la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz), que resalta un incremento constante en la cantidad de eventos naturales extremos en Brasil, de 1.779 en 2015 a 6.772 en 2023. El análisis evidencia cómo el desarrollo de los niños hasta los 6 años se ve comprometido por la creciente exposición a los riesgos derivados de estos eventos extremos vinculados al cambio climático.
Este grupo de edad, correspondiente a la primera infancia, representa actualmente 18,1 millones de personas en el país, lo que equivale al 8,9% de la población. Según la investigación, estos niños son los más vulnerables a los impactos en salud, nutrición, oportunidades de aprendizaje, a cuidados, seguridad y alimentación.
"Desde su nacimiento, ya enfrentan olas de calor y contaminación atmosférica. Sin embargo, el grado de exposición dependerá de los progresos en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero", advierte Márcia Castro, coordinadora del estudio y directora del Departamento de Salud Global y Población de la Universidad de Harvard.
Castro señala que estos impactos de la crisis climática en una fase crucial del desarrollo pueden influir en las capacidades físicas, cognitivas y emocionales a lo largo de la vida, resultando en una mayor vulnerabilidad a enfermedades, déficits cognitivos y académicos, inestabilidad económica, inseguridad alimentaria, pérdida de vivienda y desplazamientos forzados.
Vulnerabilidad
Los investigadores también concluyeron que esta exposición a riesgos climáticos agrava las situaciones de vulnerabilidad. En Brasil, más de un tercio (37,4%) de los niños menores de cuatro años sufre inseguridad alimentaria, y el 5% padece malnutrición crónica, según el informe.
Esta población se ve especialmente afectada durante desplazamientos forzosos causados por fenómenos climáticos extremos, como ocurrió en Rio Grande do Sul en 2024, donde 580.000 personas fueron desplazadas y más de 3.930 niños menores de 5 años fueron llevados a refugios públicos.
El documento destaca que, en Brasil, más de 4 millones de personas fueron desplazadas por fenómenos meteorológicos extremos entre 2013 y 2023. "Por lo tanto, las políticas climáticas deben integrar la protección de los derechos de los niños y establecer canales para escuchar e involucrar a las familias y las comunidades en las decisiones", subraya el estudio.
Educación
Los investigadores subrayaron que, en 2024, los fenómenos naturales extremos interrumpieron las clases para 1,18 millones de niños y adolescentes. Solo en Rio Grande do Sul, se perdieron 55.749 horas de clase debido a inundaciones y torrentes.
"Proteger a la primera infancia frente a la emergencia climática no es una elección, es una prioridad. Necesitamos políticas públicas urgentes basadas en evidencias que consideren las desigualdades sociales y que coloquen a los bebés y a los niños en el centro de las estrategias de adaptación y prevención", afirma Alicia Matijasevich, profesora asociada de la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo (USP), quien también coordina el estudio.
Recomendaciones
El informe recopila recomendaciones para el desarrollo de políticas climáticas enfocados en la infancia, como el fortalecimiento de la atención primaria de salud y la mejora de los sistemas de saneamiento básico y suministro de agua potable. También se promueve la seguridad alimentaria y nutricional. Se sugieren prácticas sostenibles, protocolos para enfrentar desastres climáticos y la creación de zonas de enfriamiento con áreas verdes y sombra en guarderías y entornos escolares, como parte de un modelo de atención integral. "No es que toda esta generación esté condenada en términos de desarrollo, pero lo estará si no se actúa, si no adoptamos medidas de mitigación, si seguimos construyendo ciudades sin árboles, si las escuelas no están adaptadas y no son resilientes frente a la crisis climática", enfatiza Márcia Castro.
La investigadora destaca la importancia del compromiso de todos los sectores, desde los gobiernos en sus diferentes niveles hasta el sector privado y la sociedad en general, con una perspectiva a largo plazo y orientada hacia una generación. "Cada uno tiene un papel que desempeñar, siempre que se adopte esta visión a largo plazo y se considere la contribución a una generación, lo cual es fundamental", concluye.

